Desde hace 20 años la sociedad viene padeciendo una lacra que se ha cobrado la vida de 1378 mujeres, se llama violencia machista.
Los asesinatos no son más que la punta del iceberg, y la expresión más trágica de la violencia estructural que nos rodea. Una violencia estructural que salpica todos los aspectos de la vida de las mujeres: económico, laboral, festivo, o incluso nuestra propia movilidad y visibilidad.
El machismo mata. El sistema patriarcal mata. No podemos continuar impasibles. El 25 de noviembre es un día para concienciar a la sociedad, pero la violencia contra las mujeres sucede durante todo el año.
Un clamor popular ha recorrido las calles estos días, un clamor que exige, que exigimos que de una vez desde todas las instituciones públicas no se mire para otro lado, que busquen soluciones. Desde la finalización de la marcha celebrada el 7 de Noviembre, nuevas víctimas producto de la violencia de género se han vuelto a sumar a esta interminable lista.
La sangre de las mujeres asesinadas por violencia machista no mancha solo las manos de sus asesinos, si no las de todxs aquéllxs que disponen el escenario propicio para la impunidad, justificación o invisibilización de dicha violencia.
Tolerancia
cero ante cualquier tipo de agresión a las mujeres.
…..no podemos cerrar los ojos al terror
su laberinto podría devorarnos.
Para contener esta sombra que se cierne
sumemos nuestra voz a la palabra,
hagamos pactos de amor,
treguas de dudas,
que no falten rosas,
ni versos,
ni canciones.
Seamos intolerantes al silencio,
para que
Ni una más
sea despojada de abril, del viento y de la
lluvia.
